martes, 4 de enero de 2011

Jamón tibio

Pagar o morir, reir ara no llorar, esfuerzo por divertir, sillón para relajar.
Mentiras de paso, confort y comodidad.
¡Una palmera, una palmera necesito! Dos metros de arena, jugo frío de frambuesa y un pedazo de pan. Acceso directo, tocás un botón y penetraás en el mundo descubierto de las jetas deformadas, de la pura puta y clara verdad. Allí se ve, así es como estás ¿Cómo estoy yo, cómo está el? Todos con sus sueños, sus fracasos, sus tropiezos, sus intenciones al descubierto, otra cara de la realidad, otra cara de ellos.
Una tetera, un jamón tibio, unas monedas de lucidez. ¿Hacia dónde vas, hacia dónde voy? Todo ser que camina arrastra consigo a los demás.
Lunes 12 de abril, necesitas desmayar. El ha brillado otra vez, brillado por su ausencia y estás cansado de esperar.
Una cuerda cuarta de guitarra tensada entre la ventana del baño y la puerta del asensor, suena en un lúgubre y oscilante do bemol. ¿Existe esa nota, existes vos?
Una nota dejó Adriana, escrita con marcador, pegada débilmente a la heladera bajo influencia de un imán de rotisería barrial, abajo de otros dos. ¿Qué hizo? Trató los residuos de trato, trató de acallar la voz pedante de su interior. Un compañero de clase, la de tae kwondo a las 7 los martes, por algo se preocupó. ¿Era la leche en el fuego, era su hijo menor? Era la era del fuego en su vida y él se la perdió. ¡El corazón congelado tenía! y la primavera se le escapó.
"Alguien lo tiene todo pensado" resolvió mentalemente, y de repente, le temió a Dios. Mejor, para que no piense, pienso, pensar es una actividad maldita, funestamente atroz. Cruzó Billingürst, luego Corrientes, y continuó su marcha por la primera.
Piedras sobran en Australia, como las gotas cuando llueve en el alma y se inunda nuestro interior.
Éxodo, la gente huye, ya es martes 13 para bailar rituales de amparo, cajones vacíos, y desatar nuestro feroz instinto animal.
Invoco a él, al asesino, enemigo mortal de la burocracia mental. Papeleo, colas, teléfonos de colchón sonoro, gordas, todo todo lo tiene en su cabeza, dispone de todas las dependencias, depende de todas ellas, pende su mirada rebuscada en algún fichero de alguna oficina de algún piso de alguno de los 400 edificios que construyó -quizá sin quererlo- para perder las palabras que le entran por las orejas en algún rebuscado trámite intermedio.
-¿La solución? ¡Eso es lo que me pregunto yo! ¿A dónde vamos a parar?. Ernesto sentenció.Con miedo recorriendo sus venas, temblando por el exterior, enfrentó su porvenir: asumió su humanidad.
Visagra, inflexión en la vida macabra, acuarela de verdes en escala ¿Qué no le regalaron a esta mujer de niña que no sonríe ni de casualidad?
Un abrazo a tiempo, una barbie con vestido y cuello articulado, una cachetada a su mala cara, al mal humor diario, un diario para sus recuerdos. ¡¿Quién sabe?!
La filosofía profunda requiere una indomable y anárquica voluntad creativa de contrapeso.

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