lunes, 7 de diciembre de 2009

desierto de sombras

Ven caer la magna oscuridad, revelar la luz hacia el más allá, aquí se encuentra un lugar donde reina la soledad, un desierto de sombras oscuras, kilómetros de silencio bajo la presencia de la luna. Unívocamente se presenta el sentimiento allí dentro de quien camina por las dunas del desierto de pensar en qué está haciendo, un sentimiento profundo que agobia y cava y cava con su pala de silencio absoluto en la tierra que asentamos como capas para salvar el corazón de las lanzas de la realidad.

Aquí en el desierto de sombras, por supuesto, no se ve nada. Nada se resuelve, nada toma forma, quedando inconclusas las miradas hacia el horizonte perdido que en miles de direcciones atraviesan el destino de un héroe que se animó a sortear sus caminos. Aparece y lo vemos, allí sentado tomando un respiro insolado de suspiros vacíos, palpando su descontento para asegurarse que se encuentra bajo la égida amenazante de la sombra eterna y buscando con el oído algún milenario crustáceo viajero que le sirva de cena. Allí se encuentra escondido a la vista de todo, magnánimamente presente en el centro de un mundo estridente que oculta la luz para siempre y se convierte en su jaula, desafía su capacidad de sortear el obstáculo esencial que ha convertido en camino la piedra y la piedra en arena… ¿Serás capaz tú, Rey de las Tinieblas, Bufón de los Corazones Dormidos, de encontrar ese viento que vuela por alguna parte de este universal escenario y dejarte llevar por él hacia el norte más alto?

Hemos dejado otra pista, bajo las estrellas de estas letras y también escondida en la mirada de quien apuesta en tu salida sin siquiera haber visto tu pecho de fuego ardiendo, tu luz solar encendida…

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